El saxofón comenzó a aparecer en
composiciones sinfónicas y operísticas de la época, por solo mencionar algunas
podemos citar: Le Dernier Roi de Juda, de Georges Kastner (1810-1867),
estrenada en 1844; Hamlet de Ambroise Thomas (1811-1896), creada en 1868; El
rey de Lahore y La Virgen, de Jules Massenet (1842-1912), en 1877 y sobre todo
La Arlesiana, de Georges Bizet (1838-1875), en 1872, donde alcanzó gran éxito.
Se compusieron más de treinta obras
como piezas de concurso del Conservatorio, escritas en su mayoría por Jean
Baptiste Singelée y Jules Demerssemann. Otros compositores que crearon piezas
para saxofón en la época fueron Cressanois, Savari, Petit, Genin, Signard y
Colin, la mayoría de ellos directores de bandas. Las obras escritas para
saxofón a fines del siglo XIX eran fundamentalmente fantasías y variaciones
sobre temas diversos (especialmente de óperas). De las bandas fueron
derivándose pequeñas agrupaciones que tocaban temas populares y ragtimes.
Hacia 1918 el saxofonista Rudy
Wiedoeft adquirió un gran nivel técnico interpretativo en la música ligera,
otorgando cierta respetabilidad al saxofón. Su artistismo y brillantez técnica
se difundieron (sobre todo por sus grabaciones) Sus interpretaciones incorporaban
muchas de las posibilidades del instrumento, marcando los años de la posguerra.
Se convirtió en un renombrado virtuoso de su tiempo, que logró el entusiasmo
del público en sus presentaciones e inspiró a muchos otros intérpretes a
explotar la expresividad y el potencial técnico del saxofón. Recopiló una serie
de solos adecuados a su talento y con la ayuda de varios arreglistas, escribió
nuevos solos recogidos en sus populares grabaciones entre 1916 y 1931.
En New Orleans, cuna del Dixieland se
usaba escasamente, sólo de manera rítmica y no como solista, como sí lo eran el
clarinete, la trompeta o el trombón. Fue hacia mediados de los años 20 que el
uso del saxofón comenzó a ser aceptado como nuevo método para el desarrollo
comercial del jazz.
El jazz desarrollado en Kansas, al
declinar el de Nueva Orleans, partía de la concepción de las tres voces y las
secciones rítmicas, pero fue creciendo lentamente hasta alcanzar la idea de la
big band, que incluía grupos de cada instrumento. Entre los instrumentos
individuales que se desarrollaron por sí mismos en los años 20, el saxofón es
ampliamente el más importante.
Con el arte de la improvisación
practicado en las jam sessions se desarrolló el saxofón como instrumento
insuperable para los solistas de jazz.
Es así como se demuestra que sólo a
partir del virtuosismo interpretativo, el saxofón logró un rango solístico que
ha permitido que de unas 900 obras escritas antes de 1942, en 1985 existieran
4500 obras originales, 2000 obras sinfónicas con uno o más saxofones y más de
3500 transcripciones.
En la actualidad existen más de 3000
compositores vivos que han escrito sobre 5000 obras originales para saxofón.
Entre ellos: Luciano Berio y Karlheinz Stockhausen, por sólo citar algunos.
A partir de la reapertura de la
cátedra de saxofón en el Conservatorio Nacional Superior de Música de París,
ese centro ha sido el foco fundamental de expansión del saxofón. Numerosos
intérpretes de todas partes del mundo han adquirido en las enseñanzas de Mule,
o de sus discípulos la maestría que ha permitido acercar a nuevos compositores
a la sonoridad del saxofón.
La versatilidad del saxofón es amplia
y a 160 años de su invención nos muestra su protagonismo como instrumento de
jazz, de música popular, ligera, pero también de música docta y contemporánea,
capaz de satisfacer aspiraciones creadoras diversas, desde las más
convencionales hasta los vanguardismos más audaces.
BIBLIOGRAFÍA:
Villafruela, M. El saxofón, una mirada a su historia y su presencia en la
creación contemporánea en Chile. Información recopilada de:
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